Estaba así, como en un interín de realidades aterciopeladas, cuando sentí ese aliento a peperina recorriendo mis oídos.
Cuando en la cocina la sombra de tu olvido preparaba la cena, decidí cantarle a tu audacia, en mi oído, con tu aliento desbordándome.
Aquellos pequeños duendecitos de otoño golpeaban la puerta intentando salir.
Y tu olvido preocupado por la cena, y tu aliento a peperina contaminando mis oídos.
En estos días no encuentro nada, no sé muy bien que hago en tantos lados, y sigo oliéndote (malditos y adorables duendecitos de otoño que siguen golpeándome si ya ni quieren salir) y tiendo a conversar con tu dulce, fresco, exquisito y embriagador aliento a peperina, y empiezo a molestarme, voy decorándote, te recorro mientras tu olvido sigue lidiando con la cena y los duendecitos golpean y me golpean.
Y es que en estos días no encuentro nada, ya ni se bien que es lo que hago en tantos lados...
Cuando en la cocina la sombra de tu olvido preparaba la cena, decidí cantarle a tu audacia, en mi oído, con tu aliento desbordándome.
Aquellos pequeños duendecitos de otoño golpeaban la puerta intentando salir.
Y tu olvido preocupado por la cena, y tu aliento a peperina contaminando mis oídos.
En estos días no encuentro nada, no sé muy bien que hago en tantos lados, y sigo oliéndote (malditos y adorables duendecitos de otoño que siguen golpeándome si ya ni quieren salir) y tiendo a conversar con tu dulce, fresco, exquisito y embriagador aliento a peperina, y empiezo a molestarme, voy decorándote, te recorro mientras tu olvido sigue lidiando con la cena y los duendecitos golpean y me golpean.
Y es que en estos días no encuentro nada, ya ni se bien que es lo que hago en tantos lados...
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