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ASALTO A

LA
ILUSIÓN .


lunes, 17 de septiembre de 2012

Brontë

Esa niña que supe ser empezó a gritarle a tu indiferencia. Y no, no escuchaste, claro.
Qué me falta? Convertirme en sapo, trepar hasta el cielo y bajarte una nube, caminar con tres pies, rascarme el codo con la nariz, mirarte con la nuca, ya no sé, y mira que intenté.
Estas ahí sentado leyendo el diario, tomando el café y siendo tan cobarde como siempre, me queda mirarte, y en ese lapso entre el café y la nota del Domingo te diría tantas cosas, te gritaría con los ojos, te patearía con los tres pies, te tiraría la nube que tanto me costó bajarte del cielo mientras te miro con la nuca y me rasco el codo con la nariz.
    Porque puedo.
Puedo ser enorme, un super héroe, maravillosa, indomable, enorme, imponente, puedo trepar al cielo, incendiarme, superarme, alzar la voz. Puedo todo si no es con vos.
Hasta que te me pones al frente y me convierto en esa niña que supe ser, y le lloro a tu indiferencia, y me vuelvo invisible, frágil, diminuta.
   Y hasta puedo odiar sabes?
Y le grito a la nube que te baje del cielo, llorando le grito, sin que escuches ni vos, ni tu café, ni el diario del Domingo...


viernes, 31 de agosto de 2012

Algarabía

Estaba así, como en un interín de realidades aterciopeladas, cuando sentí ese aliento a peperina recorriendo mis oídos.
Cuando en la cocina la sombra de tu olvido preparaba la cena, decidí cantarle a tu audacia, en mi oído, con tu aliento desbordándome.
Aquellos pequeños duendecitos de otoño golpeaban la puerta intentando salir.
Y tu olvido preocupado por la cena, y tu aliento a peperina contaminando mis oídos.
En estos días no encuentro nada, no sé muy bien que hago en tantos lados, y sigo oliéndote (malditos y adorables duendecitos de otoño que siguen golpeándome si ya ni quieren salir) y tiendo a conversar con tu dulce, fresco, exquisito y embriagador aliento a peperina, y empiezo a molestarme, voy decorándote, te recorro mientras tu olvido sigue lidiando con la cena y los duendecitos golpean y me golpean.
Y es que en estos días no encuentro nada, ya ni se bien que es lo que hago en tantos lados...







sábado, 30 de junio de 2012

Eneas


Miles, millones de pensamientos me estaban invadiendo. Y vos seguías así, tan quieto, como si tu mente fuese un río en calma, armonioso, seductor. 
Hubo un punto en el que llegué a escuchar tu melodía. Entonces esos miles de millones de pensamientos que golpeaban, aturdían, perforaban y descontrolaban mi cabeza, y que eran míos y solamente míos me invadían, corrían por mi cabeza como si el único torrente que la ocupara fuese el de tu río y tu melodía, tan estrictamente sublime, tan jodidamente perturbadora, tan inevitablemente inquietante.
Mientras tus palabras seductoras armaban ese improvisado discurso embriagador y mi cigarrillo se consumía, mi cabeza volaba, mis ideas resurgían y tus ojos brillaban.
Cada frase que decías aturdía mi rincón de saciedad, alimentaba mi cajón de ideas y hacía temblar mi mundo. Cada estigma, cada olor, cada rincón de tu universo era algo insoportablemente atrapante, alarmante de exquisito.
Y como en un juego de espejos invertidos mi cabeza seguía dando vueltas y vueltas en un descomunal río que inventaste, nadaba en ese titánico universo que tenía en frente, respiraba ese intrigante perfume de convicción... Cuando me di cuenta que ya iba por el tercer cigarrillo, y tus ojos seguían brillando.


domingo, 20 de mayo de 2012

Mientras tanto

Creándolo, respirandolo, es todo tan loco, es como un delirio seductor, es que a veces la vida nos invita a soñar despiertos y eso es tan maravilloso, ella me lo cuenta mientras bebe su café y su cigarrillo se consume.
Élla sueña, ella camina, ella lo busca y se imagina, todas las ciudades se disfrazan de un paisaje sublime a conocer, mientras tanto ella sueña y busca, y camina esas ciudades y las conoce, y lo espera y sueña.
Él la busca, no la sueña solo la busca, la piensa y escucha una melodía que pueda acercarla, que pueda colocarla un rato, un ratito en su regazo, mientras tanto la vieja de arriba golpea el piso para que él baje la música, esa música que la lleva a élla.
Y élla me cuenta, me cuenta que es todo tan maravilloso, que su perfume invade la rutina y la hace como más llevadera, y piensa que en un unos días va a estar un rato, un ratito en su regazo. Y él canta, y le importa tanto la vieja como al verdulero de la esquina le importa quién gobierna Francia hoy, así que sigue cantando, gritando y hasta sueña, y si la sueña y la imagina ahí, tan cerca, tan increíblemente cerca que hasta puede tocarla.
Mientras tanto en la vereda del frente una pareja pelea, gritan tanto que los autos se detienen. Mientras tanto un perro se come la mitad del sandwich que dejó tirado la nena que fue corriendo para alcanzar la paloma que se fue volando huyendo de la nena que dejó caer el sandwich que el perro ahora está comiendo. Mientras tanto, mientras tanto...

lunes, 7 de mayo de 2012

Este Abril

Deberías saber que desde un principio sospeché que te ibas en Abril, ya nos miramos bastante como para que percibas que aprendí a conocer tu nostalgia.
Que te invade por la mañana? Acaso es este Abril? Pero si las primaveras se coqueteaban mientras nosotros bailábamos de espaldas a la luna, como provocándola...
Y sí, era de esperar que te fueras en Abril, es toda esa nostalgia que percibí en tu advertencia la que nos cortó las alas y no nos dejo alcanzar a la Luna que nos llamaba, mientras nosotros seguíamos provocándola con nuestros bailes.
Que extraño este Abril, es que si, es este Abril el que ahora me resulta amargo, casi como agridulce a veces cuando te veo caminar por la vereda, y si, se me juntan los sabores y logro admirarte de todas formas, ni siquiera en Abril te ves menos glorioso.
Tengo que gritarle a este maldito Abril que las tardes extrañan las voces que lográbamos cuando jugábamos con el Sol, que los pájaros me contaron que te imitan cuando no te escuchan cantar y que mi voz seguro está ofendida porque no te sintio llegar.
Y si, tal vez sea este Abril el que te despeina, el que hace que me embriague en esos ojos, y si, son tus ojos los que me embriagan...
Quizás entonces no esté tan errada, quizás fue todo culpa de este Abril, maldito Abril que no nos permitió correr como locos, y alzar brazos, brazos altos que lleguen al cielo y nos atrapen en las nubes, y así podamos alcanzar la luna para bailarle encima, y dejar de provocarla y sentirla...
Entonces pienso, cuando te veo pasar por las calles, como devorándote la ciudad, que este fue un maldito Abril, y que espero que haya sido todo culpa de este maldito Abril, porque sino la luna se escondería ofendida al ver que después de tanto provocarla dejaríamos de bailar y se aburriría. Imaginate vos, se aburriría la luna...




viernes, 4 de mayo de 2012

Flores

Flores, me pregunto en que instante las miré, fue ese momento infinito, fue ese rocío invadiendo tus mejillas, nublando el sol.
Flores, a veces pienso en que lugar las escondiste. Será que en las veredas de esta ciudad respiraban el mismo rocío de tus mejillas.
Flores, ya recuerdo, me pregunto en que momento las escondiste mientras subías al tren y evadías toda esa tormenta que nos invadió la ciudad.

sábado, 7 de abril de 2012

Y la brisa...

Blanca miel, dulce espera, fresca ironía, insaciable impaciencia de ver tus labios rozando mi frente.
Blanca miel, tan blanca y tan fresca es la ironía que me invade al verte llegar. Y tan dulce, desesperadamente dulce es la espera de tenerte un rato, un ratito en mi regazo.
Impaciente es el viento que respiro al correr para alcanzarte, para alcanzarnos.
Delira la luna al ver rozando tus labios con los mios, bailan las olas, se perfuma la arena, y la brisa, y la brisa...

Matilde

Matilde es una niña grande, más bien es un adulto encerrado en el cuerpo de un niño, asi es Matilde.
Llegada la tardecita, la niña sienta a sus muñecos en el jardín y comienza a compartirles sus cuestionamientos para con la vida, para con la gente; los inunda relatándoles las injusticias que ve en las calles y los empalaga de historias callejeras, esas que Lautaro, el mendigo del barrio le relata a la niña los lunes mientras ella espera el colectivo que la lleva a la escuela.
Desde su estatura de siete años Matilde percibe toda la ciudad, la camina, la respira.
Le gusta pasear a su perro y charlar con la viejita que todos los martes riega con infinita paciencia el jardín de su vereda, la vieja le cuenta historias de su infancia, una infancia inocente. Matilde la escucha atenta y no entiende como es que un niño puede caminar, correr y jugar sin preocupaciones. La admira, pero en un rincón de su mente se indigna al oír que de niña la vieja era tan ignorante.
Los miércoles Matilde se ratea de la escuela, y se va al cine a ver los clásicos europeos. Disfruta obvservando al hombre que religiosamente se sienta solo con su paquete de pochoclo en la primera fila, la niña lo dibuja en su cuaderno, junto con una joven, que lo toma de la mano mientras el hombre se acurruca en su cabello colorado, así como un niño se acurruca en el regazo de su madre al llegar a una reunión repleta de extraños.
Matilde adora cocinar, los jueves su madre vuelve tarde del trabajo, entonces la niña aprovecha su soledad y le cocina a Tito, su perro, la mejor carne con salsa, cada jueves inventa una diferente, "eso es lo divertido, la salsa", piensa siempre la niña.
Matilde detesta los viernes, se levanta todas las mañanas con un religioso mal humor, va a la escuela y enfrenta a la maestra con preguntas como: ¡De dónde vienen los bebés? ¿Qué es la pobreza? ¿Existe la injusticia?¿Quiénes son los buenos y quiénes los malos en este gobierno?
Para alimentar su mal humor, Matilde sale de clases y se va al juzgado, se sienta a escuchar las discuciones entre abogados y dibuja todo aquello que llame su atención en su cuaderno. luego va a la biblioteca y se sienta a hablar con Rocío, la bibliotecaria, que le cuenta a la pequeña su triste vida de soltera, sus indignaciones con el estado que no le paga el sueldo, y el permanente dolor que siente porque el amor de su vida esta casado y viviendo en México, pero que le escribe todos los días diciéndole que nunca conoció  una mujer tan bella y tan pura como ella.
Matilde vuelve a su casa y le cuenta a su madre la rutina que vivió, la pobre niña le relata con un entusiasmo que la invade de la punta de sus pequeños pies y llega hasta el último cabello de su flequillo recto, la mujer no la escucha, mira atentamente la novela de las diez mientras fuma un cigarrillo y le asiente a la niña con la cabeza; Matilde se resigna y se va a la cama junto con su mal humor propio del día viernes.
Los sábados Matilde se levanta y baña a Tito, le pone su mismo Shampoo y un perfume para ropa con olor a jazmines que su madre decidió botar porque le recuerda a uno de sus ex novios.
Después de bañar a Tito, Matilde saca su bicicleta, va a comprar criollitos a la panadería de Don Victor, y se los lleva a Lautaro, pasan horas y horas hablando mientras los otrosniños juegan a las escondidas y se columpian en la hamacas.
Lautaro es un pibe triste, piensa Matilde, le gusta tocar la guitarra y de niño se fue de su casa porque su mamá no lo quería, eso es lo que él dice, no le gusta entrar en detalles. Matilde lo escucha, y entre mate y mate se horroriza con las historias de los mendigos que viven con Lautaro, y piensa en cambiar el mundo, y sueña, y se siente inmensa, capaz. La niña festeja mas allá del horror del que se está informando, festeja porque desde su pequeñez ya encontró su meta, su utopía, y piensa alcanzarla, vuelve a sentirse inmensa, capaz.
Pasada toda la tarde del sábado Matilde se despide de Lautaro y lleva a Tito a cenar ravioles a lo de la viejita, que los espera con la mesa puesta y un pan relleno para "picotear hasta que esten los ravioles" dice ella.
Matilde adora los ravioles de la vieja, que siempre cuando terminan de cenar le muestra fotos de su juventud, mientras le cuenta como era la ciudad en esa época, y como vivía sus noches de tango y vino tinto. "Qué epocas", dice la siempre la vieja cuando cierra el álbum.
Llegado el domingo la niña se levanta y hace sus tareas, además de leer el diario que le roba al nuevo novio de su mamá.
Y llegada la tardecita, la niña sienta a sus muñecos en el jardín, como es costumbre, y les relata sus creencias, sus planteos, sus interrogaciones, sus sueños y sus indignaciones.
Como ya les dije, Matilde es una niña grande, sí, asi es Matilde.

viernes, 6 de abril de 2012

Eternidad

Esa noche estabas frío, como de costumbre, era domingo.
Salgamos, dijiste, es tan gratificante verte con tus zapatillas de lona y la remera de Los Beatles que compramos esa vez.
Caminamos tanto, hasta podía sentir como la tierra crujía bajo nuestros pies.
Y en el otro lado del mundo ella te extraña, pensé. Ahora sos tan mio que ya ni puedo tocarte. - ¿Falta mucho? - Es todo tan cercano a lo perfecto cuando caminamos, ¿Porqué preguntas por la distancia?, dijiste.
Y tenías razón, como la mayoría de las veces. Tu inteligencia desbordada de delirio me embriaga.
Y al llegar al río me miraste, tus ojos dulces como la miel se empapaban de lágrimas de sal. Te extraño, dijiste, cuanto te extraño. Te miré, mis ojos pudieron fundirse en tu lamento. Abrazame un rato te dije, un rato más, bien fuerte. Este lugar es nuestro, cuando quieras encontrarme voy a estar acá, así nunca mas nos vamos a extrañar.
Congelate, voy a sacarte una foto y a guardarla en mi memoria, sos tan sublime, y esa remera te queda tan bien. Carajo, siempre voy a recordarte así de inmenso, gigante, libre y fresco como la brisa que invade tus mejillas.

martes, 13 de marzo de 2012

Elisa

Elisa ya basta, deja de quejarte, no me empujes más, ya no seas tan celosa.
Che pero deja de pegarme te dije, no seas tan molesta, aprende a callar, a mirar, a escuchar.
Ay Elisa, si cuando te conocí dibujábamos monigotes en el cielo, que efímera resultaste ser, casi insulsa.
Muchas veces me pregunto cuál fue el empujón que me tiro de la hamaca, que me ayudó a crecer. Otras tantas me cuestiono tu ser, tus dientes de león disfrazados de mariposa, y es que el rencor vestido de mujer te envuelve  Elisa, te atrapa, te asfixia, te tira, te embriaga.
Tantas tardes perdí con ellos, culpa de tu rabia Elisa.
Ya te dije basta, deja de quejarte, no me empujes más, ya no seas tan celosa.

martes, 6 de marzo de 2012

Luz

Eterna, infinita, cálida y así vulnerable. Siempre fuiste así, siempre lo fuiste, es que aveces tenes ese que se yo, viste? a veces veo como te confundís, y empezas a correr, y te encegueces al ver que estas dentro de esa cajita de cristal que te envuelve y te tira mas y mas.
Cuando me decís que tenes frío, y yo estoy tan lejos, me desespera. Es esta ciudad que me desespera si no escucho tu voz, si no te veo respirando sus calles, fumando el cigarrillo de las diez, devorandote la vida, siempre con la frente en alto, así de chiquita, así de enorme como sos. Así de hermosa.
Como fue que paso el día en que nos preguntábamos cuando esto iba a pasar? que tan rápido corrió el reloj, que tan lejos voló la ilusión. Veo tantos semáforos, tanta gente esperando a cruzar, la cañada vacía, el calor, la humedad, la rutina, esta rutina que nos pesa, que se inunda como el departamento del vecino en noches de verano, viste?

sábado, 18 de febrero de 2012

Ota

Era ya la tarde, perduraba el olor a lluvia seca y el aire se volvía cada vez más espeso, cada vez más apretado.
Era ya la tarde, y estabas ahí, y el rocío amargo comenzó a invadir tus mejillas.
Fue esa tarde cuando me prometí tenerte en mis deseos, encarnarte en mi memoria, curarte el alma en cada sueño, en todos los suspiros.
Y fue esa mirada perdida, como la de un niño encerrado en un traje de guerrero del que no puede salir, la que me hace prometerme tenerte en mis deseos, encarnarte en mi memoria, curarte el alma en cada sueño, en todos los suspiros.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Plegaria de un niño triste

Tal como la plegaria de un niño triste a su ángel, sin saber que es suyo, tal como mis manos rodeando las tuyas, sin que las sientas mías.
Casi tan breve como ese último suspiro, ese que nos inundó la ciudad, así de breve como tu última risa, perdida, disfrazada de eternidad.
Todo tan negro como azabache, toda esa noche, todo ese túnel, que nos invadió la ciudad.
Nada tan calmo como tu ser, nunca tan calmo como tu estar, ni tan eterno como tu presencia.

Extraña es la plegaria del niño triste a su ángel, sin saber que es suyo, sintiendo tus manos rodeando las suyas, sin saber que lo son.
Infinita, triste, desesperada es la plegaria de un niño triste

sábado, 14 de enero de 2012

Había una vez...

Había una vez una casa,
había una vez un rio,
había una vez un gato,
había una vez una señora y sus perros,
había una vez un parque,
había una vez un teatro.
Había una vez un vos y yo, 
había una vez un "te quiero",
había una vez tu risa,
había una vez momentos, había una vez - por favor quedate un ratito más,
había una vez un - yo más - no, yo mas,
había una vez una tarde, había una vez una canción,
había una vez una frase escrita en una servilleta
había una vez esa frase guardada en mi billetera ,
había una vez tu perfume con el mío,
había una vez un  - no me olvides - nunca,
había una vez un - siempre,
había una vez tu espalda y la mia,
había una vez tus besos que embriagaban,
había una vez la alquimia de nuestro amor.
Había una vez...
Había
 una
 vez...