Prendió un cigarrillo.
Quería llorar y ni siquiera encontraba un buen motivo.
Prendió otro cigarrillo.
Cuando la rutina la abandonó pensó en detenerse a pensar que estaba ocurriendo.
Prendió otro cigarrillo.
Alguien le acarició la frente y suspiró, de repente se vio sentada un rato, un ratito en su regazo, y sonrió.
Quería reír y ni siquiera encontraba un buen motivo.
Se acarició la frente, y suspiró...
Malditos circulos vicosos
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