Y un día las rosas cayeron, y las perseguí, las encontré. Y no las guardé, en mi cajon ya no hay lugar para una flor. Una pizca de pimienta y el nene estornudó.
Cuando vi la rosa y la contemplé me dije que quería guardarla, y grité, porque mi cajon estaba lleno.
Y el nene que estornuda, le di la rosa, y jugó.
A veces pienso que mi eje, pende de un hilo casi casi tan firme como tu indiferencia, a veces pienso, y digo, y grito, y vuelvo a pensar en tu indiferencia.
" Si, somos crueles, somos malos, pero nunca complicados"
Y asi tán simple te fue decirlo (y que indignante fue escucharte).
Y ahora comprendo, nunca nos ibamos a entender, si para vos uno más uno es dos, y para mí, a veces puede ser uno, depende de como se mire, de como se trate, de como se sume.
Y hasta que me canso, lo llamo al nene y le pido que me ayude a vaciar el cajón, me mira, lo miro, y sí, tiro el cajón, lo vacio, y pienso, y digo, y grito, y vuelvo a pensar en tu indiferencia.
Y tiro todas esas cosas que guardaba mi cajón, ese que un día bautice como nuestro (mintiendome).
Y guardo la flor, el nene me mira, estornuda y ríe. ¡Maldita pimienta!
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