Te veo ahí, tan tapadita, vos y ese frío. Te querés tirar a La Cañada y el semáforo sigue en rojo, y pasa el pibe vendiendo flores. Y la comprás, la mirás, la lloras un ratito, y la tirás a La Cañada, concientizandote de lo que hubiera dolido si el semáforo se ponía en verde, si el pibe no tenía la rosa, si no llevaba tu rosa, esa que vi caer.
Y al rato te desacomodás, y te destapás.
Te vuelvo a tapar, y te acuesto ahí, muy tapadita, al lado de la rosa que rescate de La Cañada.
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